El lago más grande, más antiguo y más profundo del mundo, el Bikal, es la última gran reserva natural del planeta.

Descubrirlo supone toda una aventura fuera de las grandes guías turísticas, una ruta que pasa invariablemente por el mítico Transiberiano, la centenaria línea férrea que une Moscú y Vladivostok, atravesando el corazón de Siberia.